Estábamos en el mes de verano y con una ola de calor que acababa de llegar a nuestra ciudad,  paseaba por la calle cuando al alzar la mirada vi encima del capó de un coche a nuestro amiguito de la imagen. No sabía en qué situación se encontraba, ya que no se movía, no daba señales de vida, me acerque cuidadosamente.., respiraba, improvisé una caja de zapatos con agujeros y lo lleve a casa en primer lugar para auxiliarlo. Estaba deshidratado y al borde de la asfixia.

Al ser sus patas muy pequeñas caen de sus nidos y no pueden volver a impulsarse y retomar el vuelo.

Afortunadamente a través de mis cuidados y mis terapias (dióxido de cloro y otras) sanó completamente, y con tristeza me tuve que despedir de él para llevarlo a el centro de recuperación de especies amenazadas, donde fue recibido con mucho mimo y cariño.